miércoles, 16 de mayo de 2012

BENEDICTO XVI EN MÉXICO

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En su primera visita apostólica a México, el Papa Benedicto XVI se sintió “feliz”. Así lo aseguraron sus más cercanos colaboradores que lo acompañaron en este viaje.
“No hay motivo para rendirse al despotismo del mal”, exhortó el Papa, manifestando también su preocupación por la situación del país mexicano, víctima de la violencia y el crimen y de otros problemas como el éxodo migratorio o la falta de libertad religiosa.
A continuación un resumen de la visita a México y enlace a sus discursos


El Papa invitó a los católicos a que sean “fermento en la sociedad, contribuyendo a una convivencia respetuosa y pacífica, basada en la inigualable dignidad de toda persona humana (…). Esta dignidad se expresa de manera eminente en el derecho fundamental a la libertad religiosa, en su genuino sentido y en su plena integridad”.

El narcotráfico, destructivo para los jóvenes
Sobre el narcotráfico y la violencia, el Pontífice aseguró: “Ciertamente es una gran responsabilidad de la Iglesia católica en un país con el 80% de católicos. Tenemos que hacer lo posible contra este mal, destructivo para la humanidad y para nuestra juventud”.

La responsabilidad de la Iglesia, opinó, es “educar las conciencias y educar a la responsabilidad moral y desenmascarar el mal. Desenmascarar esta idolatría del dinero que esclaviza a los hombres; desenmascarar estas falsas promesas, la mentira, el engaño. Debemos ver que el hombre tiene necesidad del infinito” y “educar para superar esta esquizofrenia, educar no solo a una moral individual, sino a una moral pública”.

"Estén al lado de los marginados"
Abundó en estos asuntos concretos por la tarde, en la celebración de las Vísperas con los obispos mexicanos y los prelados latinoamericanos. En la ceremonia, que tuvo lugar en la basílica catedral de Nuestra Señora de la Luz, en León, el Papa reiteró que “la maldad y la ignorancia de los hombres no son capaces de frenar el plan divino de salvación, la redención. El mal no puede tanto. (…) No hay motivos, pues, para rendirse al despotismo del mal”.

El Pontífice agradeció la fe y el trabajo apostólico de “los que siembran el evangelio entre espinas, unas en forma de persecución, otras de marginación o menosprecio”, pero aseguró que “ustedes no están solos”.

Invitó a los pastores a “seguir abriendo los tesoros del evangelio”, para que estos se conviertan en “potencia de esperanza, libertad y salvación para todos los hombres”. Y más concretamente, exhortó: “Estén del lado de quienes son marginados por la fuerza, el poder o una riqueza que ignora a quienes carecen de casi todo. La Iglesia no puede separar la alabanza de Dios del servicio a los hombres”.

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